domingo, 15 de marzo de 2015

En el Oriente está el agite

Cada vez está más claro. Oriente no es sólo el futuro, es el presente. Hace poco vi un documental que muestra cuánto tomaron los hermanos Wachowski del manga japonés para construir The Matrix, la peli que nos voló la cabeza hace quince años. Y el animé se convirtió en el lenguaje de hacer lo que querés como querés.

Después de ver Kung Fu Sion (功夫, 2004) de Stephen Chow, entendí a los que dicen que en realidad Tarantino es un ladrón. No lo dejo de bancar porque hace una bomba nuclear atrás de la otra, pero en este film del joven Stephen Chow están presentes casi todos los elementos que le dan a aquél ese dinamismo exuberante, esos gestos de un surrealismo tan particular como cautivador. Lo único distinto es que acá, en Hong Kong, no suena a truco, no es exotismo ni eclecticismo cosmopolita, es el auténtico imaginario oriental en pleno uso de la modernidad cinematográfica.


Sobre la estructura de una historia sencilla, típica, predecible, se monta lo que realmente importa: una serie de combates de kung fu a cargo de maestros históricos del género, combinados con efectos especiales que pueden traer a la memoria tanto a Matrix como a los Looney Tunes, sin ningún tipo de filtro. El resultado es diversión permanente, unas buenas carcajadas y momentos de belleza memorable.


Calificación: 8 Kurosawas

¡Atención!: No confundir con "Kung Fusion" (Kung Chow, EEUU), réplica hollywoodense baratísima, que te puede hacer reír 2 minutos, pero tarde o temprano cansa por su apelación constante a la estupidez.

Acá va una escena:




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VER LA PELI COMPLETA

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